En la actualidad se habla mucho de vivir en el aquí y ahora. Está considerada como una actitud muy sanadora y poderosa para lograr la felicidad y la paz interna. Por ejemplo, en la terapia Gestalt es uno de los conceptos claves para trabajarse física, emocional y espiritualmente. Una lectura muy amplia nos explica las ventajas de este estilo de vida y nos da pautas sobre cómo aplicarlo.
Ahora, según mi experiencia como terapeuta pero también de acuerdo con mi experiencia personal, vivir en el aquí y ahora frecuentemente no se logra de la noche a la mañana para realmente sacar fruto de esta actitud tan alabada. No es aplicar asiduamente las técnicas de sentarse, de percibir todo el panorama que está pasando alrededor de mí en vez de pensar mucho y darle tanta importancia a mi mente y mi ego.
Mientras que yo hice mis primeros intentos de estar en el aquí y ahora, admito que logré sentir el efecto durante unas horas, por mucho, para luego percibir nuevamente la confusión y la molestia conmigo y el mundo, viendo regresar mis viejas mañas de comparar y de sentirme menos. Fue como una serpiente gorda bien conocida regresando nuevamente para acorralarme con una mirada cínica, diciendo que esta experiencia había sido meramente una burbuja que acaba de estallarse.
Sin embargo, estos “regresos de la serpiente” pueden ser momentos muy valiosos de espejo que nos muestran y nos hacen sentir nuestro verdadero conflicto, el conflicto que nos ha robado la paz interna durante una gran parte de nuestra vida. Incluso, algunas/os logramos sentir el combate interno que éste ha generado dentro de nosotros, sean resistencias, auto-inhibiciones, pensamientos castrantes, represión de la rabia etc. Asimismo, en estos momentos se puede llegar a un sacudón de los fundamentos de nuestras creencias y de nuestra espiritualidad que ocasiona fácilmente altos niveles de desesperación e incluso dudas sobre nuestras capacidades más auténticas personales. No obstante, todas estas posibles experiencias son la clave misma que nos ayude a abrir la puerta a la consciencia sobre nuestro conflicto.
El conflicto significa que existe un flujo de energía bloqueado. El luchárselo o encontrar el camino a la paz a la fuerza significa mucho esfuerzo y por ende una gran cantidad de energía desgastada para finalmente no encontrar una solución duradera. Entonces, ir al encuentro de este conflicto con una energía que la confronte en vez de acogerla ensordece el conflicto pero no lo resuelve, ya que resolverlo sería soltar la energía bloqueada.
Un gran maestro de la tradición budista bön, la más antigua del Tibet, recomienda observarse, y en vez de ponerle tanto esfuerzo en las actividades reducirlo más bien para ir con su flujo natural, dado que el esfuerzo es sinónimo de experiencias de vida del pasado o imaginaciones del futuro, mientras que el flujo natural representa el presente. En cambio, éste nos abre una dimensión muy importante de energía y creatividad y nos ayuda a sentirnos con todo nuestro ser y a detectar nuestras verdaderas necesidades o anhelos.
Por ejemplo, si estamos con una pareja con la que queremos que las cosas TENGAN que funcionar porque es LA pareja para nosotros, nos esforzamos mucho para lograrlo. Una actitud abierta a lo que se de en esta relación sería imposible por miedo de perder a esta persona. Este miedo a la pérdida es un conflicto nuestro que luego tratamos de ensordecer con el gran esfuerzo de ser pareja perfecta para la otra persona, o en otras circunstancias la hija/o perfecta/o, o la mejor amiga/o. El problema en estas situaciones es que nos alejamos de nosotros mismos. El hecho de no fluir con nuestra esencia hace que el conflicto no puede ser resuelto y surge la típica frase “este/a hombre/mujer no es para mí”, “me dejó”, “’¿por qué siempre me pasa a mí?” en vez de observarnos a nosotros mismos con el fin de ver qué tanto NO estamos realmente con nosotros, qué tanto no nos escuchamos, y qué tanto nos hemos abandonado a nosotros mismos o tratado feo o injusto por supuestamente gustar a los otros.
En otras palabras, si soltamos momentos de desesperación y frustración para ir con lo que hay internamente ejercemos el desapego que es un comportamiento muy válido para encontrar la manera de manejar nuestros conflictos muy propios. Si no soltamos lo que nos fastidia de afuera no encontramos la causa real de nuestro fastidio que se encuentra en nosotros. El exterior es únicamente nuestro espejo para llamar nuestra atención a lo que nos pasa adentro.
Ahora, todo desapego no sería posible sin una gran porción de amor propio y, desde luego, de aceptación propia, dos actitudes que son la base de todo proceso emocional ya que la gran esencia nuestra abarca más que únicamente nuestro cuerpo físico, sino también nuestro cuerpo espiritual, y emocional que es nuestra alma. Si estamos en contacto directo con nuestra alma estamos en el aquí y ahora. Nuestros conflictos se pueden acoger porque estamos fluyendo con lo que hay sin esfuerzo y llegamos a lo que es el presente porque logramos sentirnos y comunicarnos al respecto.
Entonces, estar en el aquí y ahora no implica realizar una serie de ejercicios a diario separadamente de nuestra realidad física, emocional y espiritual. Sino estar en el aquí y ahora es una actitud de vida que significa un trabajo personal que respeta la unidad integral que somos cada una/o en el presente con todo lo que hay y que a pesar de momentos difíciles y el surgimiento de conflictos propios nos ayude a disfrutar de ella y de nosotros plenamente.
Leave A Comment